Desde pequeños somos orientados a conseguir, mantener y disfrutar de nuestras amistades, nos enseñan lo buenas que pueden llegar a ser unas largas y apasionadas relaciones de amistad con las que nos desenvolvernos, compartimos, soñamos y crecemos con muchas cosas en común…
Siempre recordamos con cariño aquel amigo que ya no está o significó mucho para nosotros y por alguna razón tuvo que ir a otra parte, o aquellas travesuras cómplices que tanto nos escondíamos para poder divertirnos y ser esa mente maestra de las planes de nuestra infancia.
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Con el tiempo y la edad avanzando muchos se separan buscando otros rumbos, otros se quedan y otros simplemente por el tiempo, las ocupaciones, o porque simplemente la vida es cruel (porque lo es), nos vamos distanciando de la mayoría de nuestros compañeros de vida y cada vez es más difícil mantener el contacto.
Y es tanto así, que cuando nos encontramos de nuevo con esa persona loca capaz de soportarnos y entendernos, queremos hacer de todo en el poquito tiempo que tenemos juntos, ir de paseo por ahí a despejar nuestras mentes, o de viaje para disfrutar un poco más de la vida fuera de la rutina, un café para hablar de todas las cosas que nos hayan sucedido en nuestras vidas con lujo de detalles y reírnos, preocuparnos, llorar juntos, y al final, agradecerle a la vida por darnos la oportunidad de reunirnos una vez más.
Generalmente, podemos asumir que una amistad es es aquella persona que consideramos especial y con la que mantenernos una relación, y en parte es verdad, pero lo que más nos hace considerar una amistad son los momentos, los recuerdos, esa bella conexión que hay con esa persona que hace parte de nuestra vida, de nuestro pensamiento, y que fácilmente la conjunción de esas amistades, contadas una por una, se pueden contar con los dedos de las manos, y para muchos, con una mano es suficiente para contarlos y ser felices con sus locuras.
Una amistad es algo tan o más valioso que cualquier otra relación interpersonal más allá del círculo familiar, no hay nada mejor que un buen amigo, y eso la vida lo demuestra no con teorías, sino con hechos…
Así que, la próxima vez que esté con un gran amigo no piensen en la parranda, pasen un tiempo reflexionando cómo la vida los ha unido y muy seguramente habrá un abrazo…
¡Qué lindo es una amistad!
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Psicología-Online
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