Todos conocemos de una u otra manera, lo que se conoció en Estados Unidos como «la prohibición», lo que fue el veto que se impuso a la manufactura, importación, exportación y consumo de bebidas alcohólicas en una gran mayoría de estados de Estados Unidos; esto como consecuencia trajo e desarrollo de grandes bandas criminales que operaban bajo la industria clandestina del alcohol.
El Estado, en un intento de los políticos más conservadores por imponer reglas a la sociedad, terminó viéndose envuelta en uno de los capítulos más oscuros de la seguridad pública de los norteamericanos, pues, al aplicar una ley que le arrebataba una libertad a los individuos, terminó recibiendo la respuesta de lo que se podría llamar el «libre mercado», siendo no tan libre, aquellos que vieron la oportunidad de saciar una necesidad latente se armaron de valor y el conocimiento suficiente para iniciar una industria que se convirtió en la más lucrativa debido al riesgo implícito del negocio.
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Todos conocemos la libertad, de una u otra manera entendemos lo que sucede cuando las libertades empiezan a perderse, los controles cuando se multiplican comienzan a resentir el bienestar individual y comienza uno a sentirse controlado, y es ese control no consensuado, el que genera los malestares sociales a diario.
No todos los controles son malos, pues cuando el Estado exige que quien fabrica las medicinas pueda demostrar que ese producto es el que dice vender, cuando al agricultor le solicitan que sus cultivos estén libres de tóxicos, cuando las embotelladoras deben tener agua de calidad, tenemos bienestar en los clientes porque reciben aquello por lo que pagan; cuando el Estado te controla por un capricho menor, por un egoísmo de los políticos, o por injusta causa, ese malestar es el que se encarga de intentar poner en orden las cosas.
El Estado te cobra impuestos, ¿los pediste?, no, pero están ahí, impuestos a la fuerza, si bien algunos pueden justificarse, se sabe a ciencia cierta que con una reducción de restricciones, los impuestos se reducirían.
Volviendo al tema de los norteamericanos, el Estado se vio obligado a aceptar que se había equivocado, y retirar la Ley Seca con una enmienda, quitándole la razón de existir a todas las bandas criminales que se dedicaban al contrabando de alcohol pues, porque ya no era ilegal, ya se podía conseguir libremente, y no tenía ningún sentido seguir en el negocio como gángsters.
Luego llegó la Segunda Guerra Mundial, y lo demás es historia…
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Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Alucine
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