Creo que lo más importante, es que los emprendedores entiendan que, la peor razón para emprender es no querer trabajar para nadie más. Más fácil es ponerse a sembrar que emprender un nuevo negocio, porque todos en este mundo trabajamos para alguien, incluyendo los jefes.
Una creencia popular convertida en un conveniente estereotipo para algunos, es que el dueño de un negocio es omnisciente, omnipresente y omnipotente (según a quién le preguntes), y por tanto todas sus acciones son en detrimento de los trabajadores, obreros y empleados de la compañía. Señores, nada más falso en la inmensa mayoría de los casos.
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Si, hay jefes explotadores, avariciosos, codiciosos y egoístas; pero si alejamos la perspectiva general, en buena medida una gran parte de la población en general lo es, y es revelador cuando se observa el grado de deshonestidad que hay actualmente entre las personas.
En estos momentos la sociedad se divide entre los que hacen lo correcto, y los que creen que hacen lo correcto… Y no se trata de quién es más noble, sino de quién trabaja mejor para sus intereses, y en el plano corporativo el dueño de un negocio tiene un compromiso obligado con 2 partes: Con sus clientes, y consigo mismo…
Los clientes compran el producto que la empresa vende, sea por producción propia o por distribución de terceros productos, por ende en medio del intercambio, la empresa y el cliente obtienen un beneficio directo producto de la negociación vigente, por su parte, por el hecho de que esa negociación sea posible, los trabajadores pueden obtener un pago por la prestación de su servicio a la empresa correspondiente, sea por sueldos y salarios, o bien sea por comisiones sobre ventas, entre otros…
La ventaja que tiene el trabajador, el laborante, el obrero, es que en caso de que las condiciones que ofrece una determinada empresa no satisfagan los requerimientos del personal, éstos pueden cambiar de patrono sin más inconvenientes que el correspondiente papeleo para la culminación de la relación laboral actual (que honestamente, no debería ser tan complicado), y el papeleo para iniciar la nueva relación laboral en otra compañía.
Por su parte, los jefes, dueños de negocios, gerentes, y ejecutivos de una empresa a veces la tienen bastante complicada al momento de cesar a alguien de su plantilla laboral, sea por conveniencia, por problemas económicos previstos, o porque el mencionado es simplemente un cabeza dura que aporta más problemas de los que resuelve; los costos asociados a la contratación de una persona son simplemente invisibles para el grueso de la población, inclusive hay que contratar un personal especializado en contratar personal según las vacantes de la empresa en cuestión, un problema que «los jefes» deben delegar a alguien capacitado para poder gestionar aquellos asuntos de las cuales los jefes sólo conocen a través de un reporte o de una reunión de 20 minutos en la que sólo conoce un resumen opacado por los detalles «más importantes», detalles que a veces suelen ocultar los pequeños síntomas que reflejan problemas en formación, problemas que luego terminan por dinamitar la estructura de una compañía aparentemente sólida.
Cuando una empresa quiebra, aquellos que trabajaban ahí consiguen un nuevo empleo, los que pierden su negocio, pierden años de esfuerzo, inversión y sueños… Y eso cuesta mucho para siquiera recuperarlo.
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Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Freepik
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