A propósito del fallecimiento del bebé de 8 meses al interior de un parador en Valledupar
Hace unos días el país entero se conmocionó a causa del terrible hallazgo realizado por un efectivo de seguridad, mientras hacía su recorrido de rutina en las instalaciones del Motel Santa Bárbara de la ciudad de Valledupar.
Según narran medios locales el uniformado efectuaba su ronda cuando divisó dentro del garaje correspondiente a la habitación contigua una sombra que parecía pertenecer a un bebé, por lo que rápidamente decidió entrar, apenas para percatarse que el auto estaba encendido y dentro del mismo efectivamente había un niño, el cual parecía inerte. Lo anterior obligó al hombre a correr unas cuadras más adelante con el niño en brazos para procurar salvar su vida.
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Ante la inmediatez mediática minutos más tarde la ciudad y posteriormente todo un país lloraba la muerte de este angelito. Y este terrible instante de amor que terminó en desgracia inspira mi reflexión de hoy. Como sociedad estamos en decadencia y no queremos entender que con nuestras acciones estamos llevando a nuestros hijos y familia al terrible abismo de la indolencia y el desapego.
Yo no critico que esta pareja decidiera recurrir a un lugar de estos para expresarse su afecto, si no más bien la forma en que hicieron las cosas y la irresponsabilidad de andar probablemente enajenados al momento de llevar a cabo su travesura sexual.
Me pregunto ¿Cuántas veces se ha dicho o advertido el peligro que representa, tanto para grandes como para chicos, el hecho de permanecer al interior de un vehículo por la emisión de gases tóxicos? ¿Por qué no optaron por simplemente dejar las ventanas abiertas y supervisar al angelito? ¿No era mejor que ellos lo hicieran en el carro y el malogrado pequeñín durmiera a salvo en la habitación?
En fin, las madres, por instinto nos quitamos el pan de la boca, el abrigo del frío y hasta el dinero por el bienestar de nuestros hijos, qué pasaba por la mente de estos irresponsables al cometer semejante locura, que no midieron las consecuencias de este ‘instante de calentura’ que le robó la vida a un inocente.
Ahora bien, otros que definitivamente entran en la libreta de apuntes de dudas y mal proceder son obviamente los administradores de este lugar que a todas luces no están cumpliendo con su labor de revisión y cumplimiento de normas que establecen la regulación de la presencia de menores de edad en estos lugares, entre otras cosas por la prevención del abuso infantil, mismo que acabó con la historia de un ciudadano de este país que pudo haber sido médico, bombero, policía, cantante o presidente, en fin lo que quisiera pues tenía la fortuna de un naciente camino por delante. JUSTICIA para esta nueva víctima de la indolencia humana, Dios bendiga a los niños de Colombia y del mundo.
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Por: Erika Baute
Instagram: @erikabauteak
Imagen: Archivo
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