28 de abril del 2021, un pueblo que lleva más de 50 años dormido empieza a despertar, la horrible noche está cesando y por fin parece que somos más lo que queremos cambio, pero la horrible noche no ha acabado, sigue su manto durante 17 días más. La horrible noche nos ha quitado 47 vidas que hoy debemos llorar. El Paro Nacional lleva solo 17 días de este 2021 y en promedio dos personas mueren a diario en medio de las protestas.
Daniel Alejandro es una de estas víctimas, que acompaña Luis Villa (Pereira), Sebastián Quintero (Popayán), Alison (Popayán), y 43 personas más que han muerto a manos de la policía o de la mal llamada “gente de bien” durante solo 17 días de protestas. Durante el estallido social en Chile que duró solo 34 días 36 personas murieron, si se hace el promedio nos da una al día y aunque suena aterrador que mientras se lucha por la justicia y la libertad alguien muera, esta cifra es mucha más alentadora que la que vive Colombia en este momento. La mitad del tiempo y por alcanzar el doble de fallecidos.
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El Estado ha buscado oprimir estas protestas, y es verdad que dentro de la lista hay que incluir a policías que han dado la vida por defender sus convicciones, pero al final del día murieron haciendo su deber y aunque son vidas que se lloran, son bajas que en la “guerra” se honran, pero y quién honra a los jóvenes inocentes que a veces solo están en el lugar equivocado. Para todos ellos estoy acá.
Normalmente cuando se habla de la muerte de los jóvenes durante las protestas, siempre pasa en lugares alejados, barrios alejados o simplemente son muchachos con quienes nunca habríamos coincidido en la vida, y aunque duele, ninguna puede ser tan impactante hasta que le pasa a alguien con quien compartes algo en común. Daniel Alejandro estudió en mi misma universidad, él entró cuando yo estaba saliendo de estudiar, nunca hablamos, no fue mi amigo, pero él recorrió los mismos espacios que yo, pudo un día haber jugado voley con mi grupo de amigos en la plazoleta principal, pudo ser alguien con quien pudimos encontrarnos en un bar y de pronto reconocernos a lo lejos como estudiantes de la misma universidad; y ahora, es una víctima más de este mal gobierno.
Alison, una joven tranquila victima de violencia sexual del ESMAD quien terminó suicidándose por este hecho y que en este momento es revictimizada por parte de la policía y el gobierno, quienes ya no saben cómo tapar el hecho que no son manzanas podridas sino todo un árbol echado a perder. Una joven que pudo ser mi sobrina, mi hermana, mi amiga, o peor aún, pude ser yo. ¿Cuándo será que las instituciones que deben protegernos entenderán que las mujeres NO SOMOS BOTINES DE GUERRA.?
Y así podría seguir durante párrafos hablando de cómo cada uno de los asesinados (ya sea fuerza púbica o marchantes) pudo ser un caso cercano y cómo esto afecta a la sociedad, pero no lo quiero hacer, porque considero que ya sería un irrespeto tener que seguir explicando con cercanía emocional por qué las muertes de ellos deben dolernos a todos. Llevamos 17 días de Paro al momento que escribo esto, y si el gobierno no actúa probablemente nos esperen 17 días más. Más y más horribles noches de balaceras, de abusos de autoridad, de victimas de violencia sexual y física, de angustias para dormir porque no sabemos en qué momento el helicóptero aterriza en nuestro barrio.
La muerte de los jóvenes hasta la fecha y de los que las antecedieron como es el caso de Dylan o e Javier, no pueden quedar en simples mártires o estandartes de luchas por los próximos 50 años, cada vida cobrada hasta ahora debe servirnos de recordatorio constante que la guerra no es entre nosotros, no podemos seguir siendo pueblo contra pueblo, sino pueblo contra Estado. Aclaro, mis comentarios no quiero que sean usados como incendiarios para promover más la violencia, más bien quiero que los usen como reflexión para reconocer a nuestro enemigo común: LA CORRUPCIÓN. Esa corrupción que corre por la sangre del Gobierno Nacional, esa que da ordenes y queda impune y la que permite que la gente siga muriendo en las calles teniendo la solución en las manos.
Las vidas mencionadas acá duelen y por cada una de ellas estoy segura que más de la mitad del país se encuentra de luto, pero que nuestro luto no se convierta en más oscuridad, sino que nos permita por fin ver la luz del amanecer y así cantar de nuevo que la horrible noche ya cesó para que deje por fin de hacernos falta gente. ¡VIVA EL PARO NACIONAL!
Por: Paula Andrea Porto Tavera
Instagram: @paulaportocine
Imagen: Colprensa
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