Tenemos por encima de nuestras cabezas, desde que se estableció un sistema institucionalizado de gobierno, un Estado que tiene soberanía sobre un territorio y sobre la población que en ella habita, y desde entonces se ha podido observar cómo este ha ido evolucionando a través de los siglos.
Podemos numerarlos desde el más básico imperio, pasando por principados, ducados, monarquías y, de más reciente aparición en el escenario: La República; todos con un propósito común: Ejercer sus reglas, leyes y fuerza, y delimitar fronteras bajo diferentes esquemas metodológicos, así como ejercer métodos de supervivencia frente a Estados vecinos.
Le puede interesar: #DerechoANacerChallenge
Pero, ya hoy en día pareciera que el papel del Estado ha pasado a segundo plano gracias a la posibilidad de mantener naciones interconectadas más allá de la barrera física que supone tener que tramitar una visa para poder acceder a un lugar fuera de la soberanía de nuestro Estado soberano.
Pero, no es la conectividad el mayor problema de que diferentes estados existan, la misma existencia del Estado puede suponer ya un problema de eficiencia y eficacia, además de suponer hasta una amenaza para la supervivencia del mismo Estado.
Ocurre que, un Estado, requiere para ejercer su influencia, de instituciones formalizadas las cuales emplean de manera ineludible de personal humano que forma parte de la población, a su vez, está sujeto a la calidad de gestión que estos puedan ofrecer en el curso de su estadía y servicio dentro del estado, como puede darse a entender, el Estado está a merced de las anomalías.
No es difícil detectarla: corrupción, impunidad, pérdida de poder por una incapacidad ante agentes internos (grupos armados, crisis económicas), pérdida de poder ante agentes externos (guerras convencionales y no convencionales) por categorizar algunas.
Al son de hoy, luego de un avance social y económico tan colosal, es inexplicable para mí, que aún se requiera la figura de un mundo fragmentado en varios estados pequeños si, con solo observar no n muy lejos, podemos entender que el mismo es solo una herencia de un pasado que ya no existe y que es hora de mirar al futuro donde podamos unirnos como sociedades mundiales y entender que el mundo es para todos, no para los que «gobiernan», no, sino para quienes hacemos que este mundo sea posible…
¿Será que nos actualizamos?.
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Atalayar
*Las opiniones expresadas no representan la posición de la editorial de Zona Captiva. Es responsabilidad exclusiva del autor.