La extorsión constituye uno de los 10 delitos más comunes en Colombia, por debajo del hurto, robo, entre otros… De las muchas maneras en las que se conoce un delincuente puede ejecutar este delito están las de violencia física, amenaza, secuestro, y, como también es conocido, piratería informática con fines de secuestro de información privada para solicitar dinero a cambio de su rescate.
No es fácil para la víctima sortear este tipo de situaciones debido a que el delincuente usualmente está al acecho de la misma con el fin de prevenir la denuncia policial que pueda permitir a los cuerpos policiales iniciar las investigaciones de rigor a fin de poner a salvo al denunciante y neutralizar, para tomar la acción legal correspondiente contra el delincuente involucrado.
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Las escasas inversiones en educación, la baja capacidad del Estado de fomentar una cultura ciudadana en las comunidades más afectadas por la violencia y la presencia de bandas criminales, las indecisiones correctivas respecto al sistema microeconómico de los municipios, barrios, y familias más humildes permiten, por no decir que fomentan, una cultura delictiva que para unos, es un escape de su diario suplicio en una economía inestable y que, a pesar del crecimiento macroeconómico, no se ha podido corregir el problema de la desigualdad social que tanto afecta a las mencionadas familias.
Sin embargo, para otros sectores de la sociedad las cuales están controladas por bandas criminales, entre la necesidad de financiamiento, demostración de poder, y la ambiciosa expansión de su capacidad delictiva, sin mencionar su constante lucha de poder contra el Estado y otras bandas delictivas, delinquen abiertamente perjudicando ampliamente el bienestar general de la ciudadanía, comprometiendo todas las esferas sociales en un momento de fragilidad la cual, debe ser atacada desde la raíz que produce ese negro capítulo en la vida de una víctima, y de sus allegados.
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Kien y Ke
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