En días pasados la comunicadora Camila Zuluaga denunció públicamente ser víctima de acoso por parte de seguidores del Pacto Histórico, ante la contundente publicación de un video familiar en estas cuentas.
Para contextualizar este caso que obviamente generó alarma entre la comunidad de prensa tanto nacional como internacional, es importante explicar que en días recientes la periodista Camila Zuluaga refirió a la opinión pública que ella y algunos miembros de su familia se convirtieron en blanco de hostigamiento por parte de unos “fanáticos seguidores” del primer mandatario.
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Relata que los hechos ocurrieron luego que una cuenta en TikTok -que se identifica como ‘Mr.Per.Latinoamerica’- publicara un video en el que se ve caminando junto a dos personas y un coche, con la siguiente descripción: “La periodista Camila Zuluaga fue grabada por uno de nuestros paparazzis hablando con la exniñera de Laura Sarabia”.
Como era de esperarse ante la bien sabida intolerancia y polarización política que tiene el país, la pieza audiovisual fue replicada por una gran cantidad de seguidores Jefe de Estado, lo que de inmediato originó diversos ataques en contra de la comunicadora
Ante este panorama, no podemos más que indignarnos por estas conductas colectivas recurrentes y de las que obviamente hay responsabilidades compartidas, la ciudadana y la política. Y es que hasta que los seres humanos independientemente de la posición política o social que ostentemos, no dimensionemos el alcance de nuestras acciones, seguirán pagando el precio personas inocentes, estamos ante un caso de acoso, en contra de alguien que tan solo ejerce su función profesional y peor aún en contra de su familia.
Históricamente se han visto casos de fanáticos religiosos, políticos y hasta culturales, que han atentado en contra de personalidades de la vida pública y su entorno por el solo hecho de la función que desempeñan. Los familiares de la periodista, que aparecen en el video en nada tienen responsabilidad del desempeño comunicacional de Zuluaga y sin su consentimiento fueron expuestos ante un hecho por demás deleznable.
En cuanto a la posición presidencial, también hay que decir que, sin responsabilizar a ninguna de las partes, el Gobierno Nacional, debe siempre mantener una posición conciliadora en la que invite a sus ciudadanos a la observación del respeto a las instituciones y personas como principio fundamental de la paz. Así como dejar en claro que si alguno de los actores políticos o ciudadanos incurre en la comisión de un delito tenemos como Estado de Derecho instituciones que se encargarían de impartir Justicia. De allí que quizá la respuesta del jefe de Estado a la FLIP (Fundación para la Libertad de Prensa) podría ser un tanto inapropiada, aun entendiendo que no es responsable directo de los ataques, pero sabiendo que sus seguidores podrían cesar en su actitud hostil si el mensaje se hubiese planteado en tono más respetuoso de la libertad de prensa consagrada en el artículo 20 de la Constitución Política y de las instituciones destinadas a impartir Justicia en el país.
Con base en la gran polarización que ha minado la escena política colombiana históricamente, el llamado es a que las autoridades de este país ejerzan a cabalidad sus funciones y obren sujetos a derecho y promoviendo las libertades a que haya lugar ante el ejercicio periodístico, de esa manera educarían a la ciudadanía y la paz dejaría de ser una utopía para convertirse en un estado permanente. Dios bendiga a los comunicadores de Colombia y del mundo, también a nuestros gobernantes.
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Por: Erika Baute
Instagram: @erikabauteak
Imagen: Flip
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