Las variantes del Covid-19 provenientes de Reino Unido y Brasil ya es un hecho que están en Colombia. Los casos de pacientes contagiados y los consecuentes fallecimientos aumentan en todo el País, en medio del tercer pico de la Pandemia. Hay varias ciudades colombianas especialmente afectadas. La existencia de este tipo de Coronavirus ha generado muchísimos cierres de MiPymes y hasta de grandes empresas, ningún sector se ha salvado de ese impacto negativo por la necesidad de estar encerrados, aislados y manteniendo una distancia social que solo busca salvar vidas. Todos nos hemos visto afectados.
Nos sorprende que haya países como Israel donde pusieron freno y están saliendo victoriosos de manera ejemplarizante de esta locura, ya han anunciado que dejarán de usar tapabocas; mientras acá en Colombia y en nuestro vecindario la indisciplina se pasea oronda entre fiestas y hasta protestas… increíble que esa “alegría” y ese “derecho” nos tenga sumidos en una crisis sanitaria y social con manifestaciones incluidas con el entendible argumento de que las necesidades y los compromisos económicos no paran y hay que cumplirse, entonces “tenemos que abrir nuestros locales” dicen con desespero los afectados.
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Pero… y ¿qué hay de la responsabilidad social, de yo me cuido y te cuido, del distanciamiento social, pues el tapabocas y el lavado de manos en solitario no es suficiente? ¿Del paremos otro poco para luego poder salir para producir y no para una hospital? a ser otro problema para los hombres y mujeres de bata blanca que están en primera línea de atención exponiéndose por nosotros, haciendo de su profesión un servicio social al 100%.
¿Y qué es lo que ha hecho Israel? Una muy intensa campaña de vacunación… entonces, sería bueno que quienes dudan y creen que vacunarse es riesgoso, es para otros, o consideran que a ellos no se les va pegar o les dará muy suave, o por miedo simplemente no se vacunarán… vale la pena que lo reconsideren. Hasta el momento, según el Ministerio de Salud colombiano se han aplicado 3.590.096 dosis de la vacuna contra el Covid-19, de las cuales 1,09 millones corresponden a la segundas dosis, lo que nos lleva al mismo número de inmunizados, cifra que es inferior a lo que quisiéramos llevar, pero que sin duda es lo que hay y es un primer paso.
La llamada inmunidad de rebaño tiene lógica, pues entre más vacunados haya, cuando llega el virus no encuentra a quién infectar y la posibilidad de propagarse se minimiza; así si todos nos vacunamos la posibilidad de reduce y podremos todos trabajar sin riesgo y retomar la vida que llevábamos hasta 2019.
Aún no se sabe si a futuro necesitaremos refuerzo en años posteriores, durante uno, dos o más años, toca esperar, todos estamos aprendiendo y vamos paso a paso, por ahora la responsabilidad social que tenemos está en vacunarnos. Y claro está que con esto también apoyamos la estabilidad de nuestra micro y macroeconomía, porque esto es una cadena y el hueco fiscal que ha dejado la Pandemia ha hecho que el Gobierno proponga una reforma tributaria que ha llamado “reforma social, solidaria y sostenible” por considerarla necesaria para sostener el financiamiento de los programas sociales para las familias más vulnerables del País; pero, así la razón sea noble no ha caído muy bien y resultó contradictoria pues en declaraciones dadas al Diario La República en agosto del 2020 había mencionado que pensar en una reforma tributaria era suicida y podría profundizar la crisis social.
Hay cifras que sustentan el giro de opinión de parte de Gobierno. El endeudamiento del País necesita recursos para hacerle frente y mucho más si por efecto de la Pandemia creció al punto de que a diciembre de 2020 llegó a $619,5 billones, lo que es equivalente al 61,4% de su Producto Interno Bruto, PIB. Según se conoce por fuentes gubernamentales el gasto estatal tras la emergencia sanitaria Covid 19 le ha significado al País $80 billones; mientras que con la reforma se espera recaudar $25 billones que servirían para ayudar con esos nuevos gastos, pero también para amortizar la deuda estatal.
Sin duda, como está planteada la reforma tiene aspectos positivos y otros muy polémicos. La propuesta gubernamental de eliminar la categoría de bienes exentos y pasarlos a excluidos tiene sustento en que “elimina la complejidad del sistema tributario” según el MinHacienda, pero a los ojos de los gremios del sector agropecuario es inconveniente debido a que esto convertiría a todos los bienes en excluidos, con lo cual los productores no recibirán la devolución del IVA que pagan a lo largo de la cadena, al comprar insumos y muchos otros costos indirectos naturales de la actividad agropecuaria; con lo cual se afectaría la canasta básica en productos como el pollo, la carne de res y el pescado, así como los huevos, el arroz, la papa, el café, la leche, entre otros alimentos de la canasta básica. Esto sin duda, resulta explosivo e inflacionario, siendo la clase media la que se vería más perjudicada.
Hay otros puntos como el gravar los servicios públicos que a mi juicio deben reevaluarse, así como ver la posibilidad de incluir IVA para bebidas azucaradas lo que podría desincentivar su consumo y ser benéfico para la salud de los colombianos, aspecto que a todas luces resulta ventajoso en época de Pandemia… menos obesidad, menos posibles afectados por el Covid. Qué bueno fuera que en esta oportunidad el Gobierno se dé la pela de dejar al lado lo que pareciera ser algún compromiso político, que en medio de una crisis social como en la que estamos no le luce bien.
Por: Luz Marina Gamarra
Instagram: @luzmarinagamarra
Imagen: Cortesía de Luz Marina Gamarra
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