Desafortunadamente en Colombia la historia ha estado marcada por la violencia y un conflicto armado que pareciera no tener fin. Es triste analizar que generaciones anteriores como la de nuestros abuelos, nos narraran en alguna ocasión que huyeron de las garras de la violencia, algo que para ellos era nuevo y desconcertante. En una generación más adelante, nuestros padres nos cuentan que hubo una época donde sintieron miedo de asistir al trabajo, a estudiar o simplemente salir con sus amigos, pues cada día se relataba un nuevo caso de carro bomba en las áreas urbanas del país.
Y así ha sido durante por más de 50 años: un registro de dolor, violencia, rencor y polarización, que a día de hoy y con el estallido social que ha pasado durante el último mes, muestra que el odio puede desencadenar hechos horribles. Esto no se trata de opiniones políticas o hablar de los actores de la guerra. El objetivo de estas palabras es hablar acerca de un objetivo en común que tenemos la mayoría de los colombianos: la paz.
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Es evidente que no existe sociedad utópica, pues hasta en los países con mejor desarrollo social se han visto casos de violencia impactantes. Sin embargo no es imposible soñar con una sociedad que esté basada en el respeto, que no juzgue por la forma de ser de una persona, que sea equitativa y permita que todos seamos unidos.
Es cierto que hay noticias que desalientan estos sueños; se registran casos de peleas agresivas y que han llevado a la muerte de algunas personas. Sin ir más lejos hace unos meses, los medios informaron de un pleito por una persona que no le pasó ají para una empanada. Este hecho dejó a una persona muerta, todo por una simple cosa material e insignificante.
Por lo anterior quiero hacer un llamado a todos los colombianos, para que nos unamos en una sola voz, para que digamos no más muertes, no más desaparecidos, no más abusos, no más violencia. Tenemos que garantizar un territorio en paz para las mujeres, los niños, los hombres, las comunidades indígenas, las comunidades LGBTI, los profesores, los afrodescendientes, y cada uno de los 50 millones de habitantes de nuestro país. Es posible hacer de nuestra Colombia, un país con garantías y respeto por la vida.
Por: Daniela Díaz Álvarez
Instagram: @danielalovecats
Imagen: Unsplash
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