En la asamblea extraordinaria citada por los clubes de la Dimayor se tomó la decisión que muchos llevaban pidiendo desde hace varios meses. Por 34 votos contra 2 se definió la salida de Jorge Enrique Vélez, ahora ex presidente de la organización que rige el fútbol profesional colombiano y el que según muchos era uno de los principales responsables de la actual crisis del deporte en nuestro país. Con la condición cumplida veremos cómo nada cambia, y que la permanencia de Vélez en la presidencia de Dimayor solo era una de las pocas excusas que les a los dirigentes del balompié nacional.
Seguramente pocos se imaginaban al trazar sus metas para el año 2020 que este año se resolvería de la manera convulsa en la que se ha desarrollado y que el pasar de los acontecimientos terminaría por configurar la crisis mundial más grande del siglo XXI. Uno de los afectados en sus planes para este año fue Jorge Enrique Vélez, quien en diciembre 2019 con el sartén por el mango emitió las declaraciones que definirían a la perfección lo que fue su mandato en la División mayor del fútbol colombiano: “Sí el gobierno quiere el fútbol en TV abierta, le mandamos la factura”.
Las famosas palabras del político paisa estaban relacionadas a la propuesta del congreso que pensaba incluir al fútbol como un asunto de interés nacional dentro del proyecto de una reforma tributaria, a lo cual el señor Vélez contestó con la desidia que le permitía el poder mal usado. Respondió desde la infundada seguridad del poderío que creía tener en una organización que no se veía venir las vicisitudes futuras. La prepotencia con la que se manejaba la Dimayor en sus intervenciones en medios de comunicación obedecía a la voluntad de los dirigentes que esperaban consumar la transición de la totalidad de la programación televisiva del fútbol a su canal premium.
La idea de privatizar las transmisiones del fútbol fue el argumento que le garantizó la elección a Jorge Enrique Vélez. El balompié es una pasión de multitudes y a la vez un negocio que le pertenece a unas pocas manos, y es el afán de sacar rentabilidad por encima del interés deportivo lo que les ha significado el inminente fracaso que ahora intentan solucionar despidiendo a la persona que trajeron en primer lugar para capitalizar de mejor forma su avaricia.
Al elegir a un hombre familiarizado con las prácticas políticas a ser dirigente ellos creían que se gestionarían las cosas de la manera en la que se hace en ese rubro, y para decir verdad, en condiciones normales habrían logrado extender por un poco más de tiempo su accionar, pero como quedó demostrado gracias a la cuarentena, hace falta más que un simple lobista para lograr los réditos económicos que esperaban con la llegada de Vélez. El ejemplo está aquí desde hace más de 20 años. El fútbol inglés, luego de la tragedia de Heysel, enfrentaban una crisis económica por la que se creó la Premier League para explotar un jugosos contrato de derechos televisivos, dinero que fue invertido para mejorar sus estadios, subiendo la tarifa de las entradas a los estadio y así poner límite a la entrada de los hooligans que provocaban disturbios en los escenarios deportivos. Adicionalmente a las medidas tomadas para establecer y seguir estándares más altos de seguridad en los estadios, le siguieron políticas como la promoción de los jugadores locales garantizando el desarrollo del fútbol inglés. Todo esto derivó en el establecimiento de una de las competiciones futbolísticas más prósperas en el mundo.
Pero la dirigencia colombiana solo ha querido invertir en algo que le podría garantizar beneficios inmediatos como era la creación del Canal Premium y la venta de los derechos de transmisión de la liga colombiana a nivel internacional, y como era de esperar, ninguno de los dos negocios tuvieron un desenlace positivo. La iniciativa del canal de suscripción mensual era un fracaso desde su proposición porque ignoraba el contexto de nuestro fútbol, uno en el que la gente ni asiste al estadio ni paga para ver fútbol, clubes cuyas hinchadas no se acercan a la movilización de grupos humanos como ocurre en Argentina o Brasil, que además con un costo alto en comparación con el producto principal ofrecido, nadie quería pagar para ver noventa minutos de partidos entrecortados por jugadores que fingen faltas, pierden tiempo deliberadamente y con una técnica que deja bastante que desear. Con la cancelación del torneo por la emergencia sanitaria no hay partidos que transmitir por esa señal privada, y cuando se haya logrado un retorno total a la normalidad seguramente el pagar 30 mil pesos para ver el FPC no estará dentro de las prioridades de los hogares colombianos.
La segunda gran propuesta de la era Vélez fue la promesa de vender los derechos televisivos de la competición a alguna cadena extranjera que quisiera hacerse con ellos y así garantizar un gran ingreso adicional en poco tiempo, tampoco resultó. La sociedad estadounidense con la que en principio se había pactado la venta se echó para atrás por la falta de claridad en el negocio, ya que el canal RCN poseía parte de esos derechos que le estaban vendiendo y transmitía algunos partidos en los Estados Unidos a través de su señal internacional, hecho que no cayó bien en los inversores que no concretaron dicha venta y que en ocasión de la cancelación de la competición en nuestro país a raíz de la cuarentena, vieron una oportunidad perfecta para no concretar lo firmado. Ahora se debe hacer una intervención legal que puede demorar un par de años, lo que desmerita la credibilidad de la Dimayor de cara a otras posibles ofertas haciendo que la consecución de cualquier acuerdo se vuelva más difícil.
No se puede negar que gran parte de la responsabilidad de los fracasos en la gestión de los últimos tiempos en la Dimayor debe recaer sobre Jorge Enrique Vélez, pero el fútbol colombiano tiene problemas desde mucho antes de la posesión del mismo. La falta de políticas públicas alrededor del deporte, la falta herramientas para el desarrollo de canteras, la paupérrima preparación de los árbitros y la falta de garantías laborales para los futbolistas y trabajadores del deportes, e incluso el patrocinio de una casa de apuestas que bautiza la principal competición del balompié profesional (algo que se está prohibido en las ligas de Europa, de donde viene el modelo que queremos adoptar) son solo algunas de las dificultades que se siguen presentando en el fútbol actual y que poco y nada tienen que ver con el ex presidente Vélez.
El viernes los dirigentes se despidieron de uno de los pretextos que tenían para explicar el pobre estado del fútbol en Colombia, ahora buscarán otro que les sirva de tapadera mientras se les siguen terminando las excusas.
Por: Juan Ramírez
Instagram: @sebasragut
Imagen: Futbolred
*Las opiniones expresadas no representan la posición editorial de Zona Captiva. Es responsabilidad exclusivamente del auto