¡Pero qué desastre!, estamos enfrentando un momento histórico donde es imposible mirar hacia otro lado porque simplemente ¡no existe otro lado!. Las noticias cotidianas en la región que busques habla únicamente de conflictos, problemas económicos, guerra política, guerra ideológica, peleas, peleas y más peleas… y luego tenemos al señor presidente de la República queriendo jugar a ser el mesías que nadie solicitó.
Cómo llegamos a este punto es una discusión que no vale la pena profundizar, escuchamos largamente las historias de países lejanos y países vecinos entrar en la decadencia mucho antes que nosotros y aún así creímos que era un cuento que no nos iba a suceder, porque sí pues, por incrédulos, por cerrados, por necios.
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Señor presidente de la República de Colombia, sírvase la presente columna para recordarle que usted sirve a los intereses de la nación colombiana, en exclusiva dedicación a la defensa de la patria, de sus valores, de sus principios, de su identidad, y de su soberanía. El Estado no puede ser el patio experimental de dogmas fallidos y llenos de rencor, resentimiento, odio y malcriadez; dogmas que en su pasado, presente y por lo pronto en el futuro usted piensa seguir inculcando en la vida de los colombianos, con consecuencias nefastas de las cuales solo usted puede ser responsable.
Le recuerdo que el cargo de presidente que ejerce, rinde cuentas a los colombianos, es por tanto que le notifico que esto no es la República de Cuba, no es la República “Plurinacional” de Bolivia, no es la barbarie de los Estados Unidos Mexicanos, no es la vergüenza de la República de Nicaragua, ni el autoritarismo de la Federación Rusa; esto es Colombia, y el pueblo de Colombia urge cambios en su manera de dirigir el Estado.
No fue electo para empobrecer el país con sus impuestos confiscatorios, no se le nombró presidente para impulsar reformas socialistas en detrimento de la industria nacional, tampoco se le pidió devaluar el peso, ni emitir dinero con la impresora para financiar sus políticas mediáticas extravagantes y nada productivas para el país, no se le autorizó a implementar normas que exoneran de culpa a terroristas que han desplazado a millones de colombianos de sus tierras…
Colombia desea paz, Colombia desea prosperidad, desarrollo, Colombia quiere ver a sus jóvenes generaciones desarrollarse y quedarse dentro de sus tierras, Colombia desea justicia, que los corruptos vayan a la cárcel, que los delincuentes no vuelvan a las calles, que los criminales paguen el daño que han causado a este país, y un sistema de justicia que haga que los que deseen romper la Ley se lo piensen muy bien.
Señor presidente, Colombia no necesita un nuevo escudo nacional, ni un nuevo himno, no necesitamos idolatrar asesinos apátridas extranjeros, ni aliarnos con gobiernos que viven de atropellar, abusar, torturar y secuestrar a su pueblo; necesitamos transparencia, libertad, que el Estado sea lo mínimamente necesario, necesitamos comerciar con quienes queramos, sin tener que pedir tres veces el mismo permiso porque “falta un sello”, necesitamos que las empresas inviertan sus ganancias en hacernos más productivos, no en pagar los espectáculos políticos de su agrado.
Queremos la libertad de conocer nuestro país, sin temor a encontrarse uno con el narcotráfico, el paramilitarismo o la guerrilla; no queremos más soldados caídos, queremos paz, queremos un cambio, si; pero no el cambio que usted desea con su receta fracasada, sino el gran porvenir que sólo se logra con libertad, con amor a la patria, no a la plata. Usted fue guerrillero, nos hizo creer que amaba a Colombia y nos ha demostrado lo contrario, ¿Será que nos hace el favor de reflexionar? ¿O su merced desea que le roguemos como si fuera un mesías?.
Bájese de ese pedestal, que nadie lo subió ahí, y tampoco se lo merece.
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Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: El Sol de La República
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