Después de 6 días de huelga de hambre declarada por el escultor colombiano John Fitzgerald, tanto el Ministerio de Cultura como la Procuraduría accedieron a hablar con el artista para escuchar sus reclamos. A la par de su acción de protesta, se conocieron algunas versiones que acusan a Fitzgerald de ser un interesado y un presunto mal padre. Con ello, muchos dejaron de apoyar la iniciativa de Fitzgerald a pesar de haber estado de acuerdo con la premisa de su huelga. De un momento a otro pasó de ser una persona admirable a un hipócrita que debería desaparecer de la palestra pública.
El hecho inicial ocurrió el 30 de agosto pasado. Ese día John Fitzgerald coció su boca con tres puntadas de un hilo azul e inició una huelga de hambre que dijo se extendería hasta tener respuestas por parte del gobierno sobre la situación de violencia que se ha acrecentado en el país y por la falta de estrategias eficaces para ayudar al sector cultural que se ha visto perjudicado por la pandemia. Con esta acción performática, Fitzfgerald buscaba elevar su voz en el silencio de la protesta por los jóvenes afectados por la violencia en el país, misma razón por la que escogió la calle 19 con carrera cuarta (dirección conocida por haber sido el lugar en el que Dilán Cruz fue asesinado por un miembro del ESMAD en medio de las marchas del paro nacional del año pasado) como el lugar establecido para su expresión de descontento.
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Muchos apoyaron al artista a través de redes sociales usando el hashtag #MeCosíLaBocaXLaPaz. A través de esta etiqueta muchos expresaron su voz de aliento y acompañaron a Fitzgerald en sus reclamos al gobierno. Y todo fue así hasta que en algunas de las publicaciones compartidas comenzaron a aparecer comentarios que criticaban no solo la acción del artista sino también a su persona. Hubo en esta discusión muchas apreciaciones negativas que desembocaban en tres juicios diferentes. El primero era que Fitzgerald es una persona oportunista que aprovecha momentos coyunturales para hacer que su nombre gane relevancia mediática; y el segundo era que el artista es un padre irresponsable que incluso ha llegado a ser acusado de acoso dentro de algunos círculos de gestores culturales que frecuentaba; y el último de los juicios hablaba de Fitzgerald como un simpatizante del uribismo, seguramente el hecho más criticado de los tres.
Algunos aprovechando las mismas publicaciones hechas para dar a conocer el avance de su huelga, divulgaron un video del año 2014 donde Fitzgerald apoya al entonces candidato presidencial, Óscar Iván Zuluaga, en un comercial donde aparece como parte del gremio de los artistas que, dicho en sus palabras, “Buscan una paz estable y verdadera” según ellos posible en la elección del representante del Centro Democrático. Otras las aseveraciones realizadas por otros representantes del medio artístico como Julio Correal y el artista William Fortich, aseguran que las peticiones del escultor eran desmesuradas e anacrónicas, desconociendo las necesidades reales del sector cultural, además lo acusan de ser un distractor que busca atraer el foco de la discusión hacia el mismo para ganar notoriedad. También se resaltó la publicación de una de las hijas del artista de 43 años, Juanita Fitzgerald, quien aseguró no entender porque su padre protestaba por los jóvenes habiendo él abandonado a dos de sus hijas.
¿Qué dice el artista acerca de estos señalamientos? En primer lugar desmiente el supuesto abandono de sus hijas, dijo que al haber empezado la cuarentena dejó de recibir dinero y por ello estaba atrasado en algunas cuotas de manutención pero afirmó que nunca ha dejado de responder económicamente por alguno de sus ocho hijos. También se refirió a los comentarios que lo relacionan con el uribismo. Manifestó no tener filiación política “No puedo tenerla porque soy artista”, a la vez que dijo que fue convencido para aparecer en el video de la campaña de Óscar Iván Zuluaga porque ese candidato prometía ayudar a los artistas. A pesar de sus declaraciones muchos ponen en duda su compromiso con las causas que dice representar.
Es apenas normal que cuando salen a la luz diferentes versiones de un personaje público empecemos a recriminarle por sus malas actuaciones, aún y cuando estas no han sido totalmente probadas, nos basta con la insinuación para despertar la indignación. Históricamente los colombianos estamos acostumbrados a que toda clase de figuras nos mientan sobre lo que piensan, y que en su lugar actúen de manera totalmente opuesta a esos supuestos valores. Y existe la posibilidad que Fitzgerald sea en gran parte ese tipo de persona de la que se le acusa de ser, asegura que apoyo la campaña de Zuluaga en el 2014 porque fue “convencido” por una promesa de campaña, dejando entrever una ingenuidad impropia de una persona de su edad y experiencia. Fizgerald también es conocido por haber realizado una estatua de Egan Bernal luego de su triunfo en el Tour de Francia que vendió como una obra realizada en “cuarta dimensión” porque de lado visualizaba la silueta del campeón de la ronda gala y de frente revelaba la figura del león mascota de dicha competencia. Esa manera de vender lo que hace, sobre dimensionando sus hazañas a punta de palabrería vacía típica del arte conceptual del siglo XXI, nos puede dar una pista sobre las intenciones del artista que amarró sus labios con un hilo que le dejaba dar declaraciones perfectamente a los medios que lo fueran a buscar, no fuera a ser el caso y llegara a perder una entrevista.
Al final el Ministerio de Cultura accedió a discutir con él, en una reunión en la que llegaron a una poderosa conclusión: Artistas e instituciones deben trabajar juntos por el bien de la escena artística del país. Y aparte de la obviedad encontrada luego de hacer huelga de hambre durante 6 días, también encontró que algunas de sus peticiones, al menos las que son realizables, ya están siendo desarrolladas dentro del plan de esta cartera, es decir, antes de tomar la decisión de arriesgar su salud para protestar por mejores condiciones, resulta que las demandas que formuló ya eran atendidas con anterioridad, aparentemente actuó sin haberse informado antes, formando una extraña metáfora del activismo moderno, reaccionario e impulsivo sin demasiado contenido, restándole seriedad a un sector que necesita líderes que alcancen objetivos reales y no solo sean noticias pasajeras, ojalá algún día logremos separar a estos artistas de sus malas obras.
Por: Juan Ramírez
Instagram: @sebasragut
Imagen: Jotdown
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