Esta semana salió un video de Cynthia Nixon, la eterna Miranda Hobbes de Sex and the City; en él hablaba sobre las “reglas” de ser una dama, y la infinidad de comentarios que siempre hay alrededor del tema, porque así como ella lo muestra, la sociedad siempre se cree con el derecho a opinar sobre cómo la mujer está ejerciendo el papel de ser mujer. Al ver el vídeo reflexioné sobre todo lo que nosotras tenemos que soportar a lo largo de la vida, y me puse a pensar si eso era a causa de una sociedad machista, o se debía en gran parte a los mismos estándares que como mujeres nos hemos construido a lo largo de los años.
Desde pequeña he escuchado todo lo que dice el vídeo, es decir, que ser una dama bien comportada era no alzar mucho la voz, siempre sentarse con las piernas cruzadas, pero sin mostrar pierna; que debía sonreír y siempre ser carismática, no comer demás porque eso engorda, siempre usar ropa recatada; y cuando uno crece, la ropa debe ser recatada, pero también acentuar la figura, de lo contrario uno no va a ser atractiva; entre otras mil cosas que una niña debe escuchar en su camino a convertirse en una dama bien comportada; pero gracias a Dios tuve una familia que me enseñó que ser una dama bien comportada no dependía ni de mi cuerpo, ni de la manera en que me sentara, o cómo pensara; sino que ser una dama bien comportada consistía en darme mi lugar como mujer y jamás permitir que alguien me hiciera sentir menos por eso.
Las expresiones utilizadas para “evaluar” cómo una mujer es mujer, son normalmente consideradas machistas, y yo no digo que no sean así; pues decir que para ser considerada una buena mujer, es necesario ser una buena esposa, demuestra el punto; pero la verdad es que a veces somos las mismas mujeres quienes nos permitimos seguir repitiendo esos patrones, y terminamos siendo nosotras mismas las que nos “evaluamos” cómo ser mujeres bajo estándares que ni siquiera entendemos de dónde salieron. El problema de esas “reglas” con las que nos miden, es que no solo creadas por una sociedad machista, sino que son transmitidas año tras año a nuevas mujeres, por mujeres que aunque son conscientes del error, no son capaces de reconocer que es hora de hacer un cambio.
Somos las mujeres las que debemos dejarnos de repetir las cosas, no es posible que nosotras creemos cosas como las tallas plus size, o la talla cero; no estoy diciendo que las mujeres no puedan tener diversidad de ropa para usar dependiendo de su cuerpo, sino que como mujeres deberíamos dejar de permitirnos ser descuidadas; porque las tallas plus size o las cero son excelentes para sacar de apuros a muchas que no encuentran que ponerse, pero solo conllevan a extremos peligrosos. Aceptar el cuerpo está bien, pues hay que quererse con kilos de más o de menos, con estrías o celulitis, con cicatrices o vellos; pero lo que no se puede seguir haciendo es seguir considerando “belleza” los extremos enfermizos a los que las mujeres hemos llegado; claro que una mujer gorda es linda, al igual que una delgada; pero la belleza que las mujeres deberíamos imponer es la de tener un cuerpo sano, porque como mamás, hermanas, primas, amigas, y el sin fin de tareas que podemos cumplir a lo largo de la vida; tenemos la obligación de dar un buen ejemplo a las futuras generaciones, y que mejor ejemplo que enseñarles que no se trata de ser gorda o delgada, sino de siempre tener un peso saludable, y que la forma del cuerpo solo es un efecto colateral de lo primero.
Es necesario también que como mujeres aprendamos a respetar a las otras mujeres, a veces nos juzgamos entre nosotras por cosas que le corresponden a cada una, y en las que nadie más debería opinar; nos juzgamos por si se quiere o no ser mamá, por si se es o no recatada, por si ha tenido muchos novios o no, por si se va a casar o prefiere unión libre, o simplemente vivir soltera; por si aborta o no, por si es gorda y se vista como flaca o si se es flaca y se viste como gorda. Cada mujer debe ser la responsable de sus decisiones, y no debe responder a las reglas que imponen como ser una dama bien comportada.
Ya no estamos en la época en que no tenemos voz, ahora somos más escuchadas que nunca; pero cuando levantemos nuestra voz no pidamos modificar las reglas del buen comportamiento femenino, es decir, no pidamos inclusión solo por ser mujeres, o ropa de tallas grandes porque nos aceptamos con nuestro sobre peso; tampoco la alcemos para hacer daño a los hombres, ellos tampoco tienen la culpa de estar repitiendo conductas aprendidas hace más de 50 años; y mucho menos usemos nuestra voz para hacer quedar mal a los hombres solo porque queremos, como en el caso de Amber Heard contra Johnny Deep, quien decidió acusar a Deep de maltrato intrafamiliar arruinando durante años su carrera actoral; sabiendo que al final fue al contrario y que ella no pagará las consecuencias de sus actos, al menos por ahora. Ahora que somos escuchadas debemos es hablar sobre la importancia de respetarnos entre nosotras, de dejar de llamarnos “feminazis” o faltas de carácter por si apoyan o no la causa feminista; es imperativo que como mujeres empecemos a cambiar los comentarios de cómo ser una dama bien comportada y nuestro discurso de modifique para enseñar a las futuras generaciones que como mujeres somos capaces de todo lo que nos propongamos en la vida, sin necesidad de pedirlo solo por ser quienes somos, porque necesitamos equidad, pero busquémosla a través de méritos y no demandas; también es hora de comenzar a decir que para ser dama solo es necesario hacer respetar su lugar en la sociedad, y nunca permitir que alguien nos haga menos por eso.
Por: Paula Andrea Porto Tavera
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