Si vis pacem parabellum, todos hemos oído alguna vez esta antigua y todavía vigente frase: “Si quieres paz, prepárate para la guerra”, aunque suena bastante belicista, y si que lo es, tiende a prepararte para la realidad de gran parte de lo que ha sido, es, y será la vida en un sentido real y completo: La vida es una constante lucha por el éxito y el bienestar tanto personal como el de nuestros más allegados seres queridos.
Si vis pacem parabellum es un viejo proverbio latin con el que el Estado Imperial romano preparaba su doctrina de supervivencia: O se preparaba para el conflicto, o sucumbiría ante la ambición de enemigos externos e internos.
Le puede interesar: Tambores de guerra
Hoy no hay imperio romano, pero hay sueños, hay ambiciones que marcan cada una de nuestras vidas, como las metas que queremos alcanzar para ser lo que deseamos ser, resolver lo que deseamos resolver y demostrarnos que somos del tamaño de nuestros desafíos. Pero lograr una meta no es lo único en la vida, es mantenerse, especializarse, ser mejores, ser más fuertes, con el fin de que ese arduo trabajo rinda frutos, y cuando ya no seamos tan fuertes podamos retirarnos a descansar y disfrutar de nuestra labor, de aquello por lo que tanto peleamos y cuidamos, y que en nuestra última etapa, cuando estamos más débiles, ya nuestra lucha se enfoca en los jóvenes que cuidaran de un futuro mejor, más fuerte, más productivo.
La ambición del día a día, aquella lucha que nos agobia de vez en cuando, no es en vano si sabemos encaminarla, sabemos educarnos para alcanzar aquellas metas que tanto deseamos lograr pero que siempre encontramos un obstáculo, una amenaza, algo que nos impide acceder a eso que tanto deseamos, a esas conquistas que tanto anhelamos y que tanto bien nos produce cuando completamos esa misión que tanto nos costó, pero que nos retribuyó enormemente, aunque fuese un instante.
Seamos conscientes de que el trabajo arduo pero bien hecho, siempre deberá ser el norte de nuestras expectativas, mejorar las dinámicas para ser más eficientes es la clave del éxito, aún cuando nos sintamos abatidos, la disciplina nos hará los mejores, sin echarle la culpa al otro, sin mañas, sin excusas, somos nosotros, y pocos nos enseñan a entender que nosotros somos los dueños de nuestros resultados. No es el vecino, no es el alcalde, no es el presidente, no es el Estado… Varios han sido los casos donde la gente se cansa de sus líderes y aprenden que solo ellos encaminarán su futuro.
¿Qué dicen?.
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: Tattoodo
*Las opiniones expresadas no representan la posición editorial de Zona Captiva. Es responsabilidad exclusivamente del autor.