El 25 de mayo del 2020 se registró en Mineápolis, Estados Unidos, otro acto de carácter racista por parte de la policía, en esta ocasión fue en contra del afroamericano George Floyd, un músico de tan solo 46 años que murió debido a la asfixia generada por un policía quien lo inmovilizó en el piso y puso su rodilla en el cuello de Floyd. A raíz de esto comenzaron varias protestas en este país, que llegaron a ser tan grandes e imponentes que obligaron a apagar las luces de la Casa Blanca, cosa que no sucedía desde 1889, y a resguardar al presidente Donald Trump en el bunker del lugar.
Las protestas que se han llevado a cabo pidiendo justicia por la muerte de Floyd se han convertido también en una excusa para que los estadounidenses muestren su ira contra el actual gobierno, que lo único que ha hecho es aumentar la xenofobia y el racismo en la sociedad, y aunque sus ideales son justos, me mantengo en la posición de creer que la violencia no les traerá la solución que tanto están buscando.
La muerte de Floyd es algo imperdonable y es necesario pedir justicia por ello, pero, así como en Latinoamérica se critica la violencia a la hora de exigir derechos también es necesario criticarla en Estados Unidos, porque la muerte de este afroamericano no debe convertirse en un sinónimo de guerra sino de unión y superación de las barreras raciales que existen allí, o de lo contrario la muerte de él solo se sumará a los nombres de muchos negros muertos y la situación seguirá siendo la misma.
La manera de exigir derechos no debe ser a través de disturbios en los cuales los únicos realmente afectados son los del pueblo, pues a ellos son los que la fuerza pública sigue hiriendo con el paso de los días, sino a través de la verdadera unión entre las personas, pues así ya promovería la idea de que la vida de los negros también vale, como si su vida debiera contarse diferente a las de los blancos o mestizos, y desde ese pequeño cambio en el discurso la lucha contra el racismo sería más efectivo. Sumado a eso, el pueblo también debería unirse para lograr que los políticos extremistas dejen de acceder al poder tan fácilmente, porque ellos desde allá arriba son los que ponen al pueblo a luchas entre sí como si fueran simples peones en un juego de ajedrez.
La lucha por la igualdad de derechos entre las personas es algo que a todos nos concierne, sin importar el lugar del mundo en el que nos encontremos, pero debemos ser conscientes que esta lucha no debe generarse a través de la violencia sino de las acciones que hagamos a diario en nuestra comunidad, es decir, que así como nos duele la muerte de Floyd en Estados Unidos, también nos duela la muerte de nuestros compatriotas, como es el caso de Anderson Arboleda, afrodescendiente muerto en Colombia a manos de la policía, pero quien probablemente caerá en el olvido como muchos otros por el simple hecho de haber nacido en un país tercermundista.
Floyd y Arboleda deben convertirse en ejemplos de unión y lucha contra el racismo en el mundo, pero no volverlo excusas para acabar en violencia porque la violencia, el resentimiento, y el odio, fue lo que terminó cobrándole la vida a estos dos inocentes.
Por: Paula Andrea Porto Tavera
Instagram: @paulaportocine
Imagen: CNN en Español
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