Decir “gracias” se ha vuelto hoy en día en una palabra genérica, se dice gracias con facilidad, cuando alguien hace un favor, cuando uno logra pasar en medio de una multitud, o por cualquier cosa, pero realmente decir “gracias” debería ser algo que salga de nosotros con toda la conciencia que eso significa.
Supongo que a medida que uno crece va entendiendo mejor las cosas, y en lo personal eso me ha sucedido con la palabra “gracias”.
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Desde muy pequeña recuerdo que siempre me decían que debía usar ese término mágico, me recalcaban que no hacerlo era un acto sumamente descortés y que a mí no me habían enseñado eso. Con un poco más de edad, ya no solo era descortés sino arrogante no decirlo, después, el no hacerlo era de alguien caprichoso y egocéntrico y con esa última definición fue que me quedé con respecto a no decir “gracias”.
Todo eso hizo que al final yo adoptara el término como algo casual, algo que se dice con completa naturalidad, que sale sin pensar, pero resulta que ahora no lo creo así, creo que decir “gracias” es una de las palabras más bonitas que podemos tener hacia otro. Es que al decirlo estamos reconociendo al otro, sus esfuerzos, sus compromisos, incluso esas pequeñas acciones que para algunos ojos pasan desapercibidas, pero que a los ojos de alguien que entendió que vivir en gratitud tiene su encanto, no es así.
Muchas veces nos centramos en los sacrificios, en lo que yo hago, lo que significa para mí, en ese esfuerzo extra en la vida, haciendo que nos volvamos víctimas, nos convirtamos en seres negativos y que empecemos a caminar como caballos sin ver qué hay a nuestro alrededor, llegando a causar peleas, disgustos, e incluso, hacer que quienes queremos se alejen. No obstante, cuando transformamos esas acciones en un gracias, las revoluciones de la vida bajan, porque ya no es “un esfuerzo” sino un aporte, porque ya no es “me toca todo a mí” sino todos hacemos algo, de una u otra forma, que beneficia un bien mayor.
Somos seres sociables, somos seres que requerimos vivir en equipo, por ende, somos seres que debemos agradecer a quienes nos acompañan en este camino por ayudarnos a continuar en él. Hoy los invito a que practiquen las gracias y que cambien un poco el discurso, sé que suena demasiado raro, a veces llega a parecer muy prepotente porque sé que habrá quien piense que no hay nada que agradecer, que la situación no está para eso, pero jamás olvidemos la enseñanza de la pandemia y era que todo en la vida puede acabar en un minuto, así que sí hay mucho que agradecer empezando por el respirar, estar vivos y saludables, en medio de todo.
Practiquemos esto y sé que haremos que la vida sea mucho más sencilla.
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Por: Paula Andrea Porto Tavera
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