Recientemente se hizo viral en redes sociales el video de un padre de familia mexicano que obligó a su hijo a asistir a clases en ‘chanclas’ tras enterarse que éste se habría burlado de un compañerito por llevar unos ‘tenis piratas’ al colegio.
La situación lejos de representar una cifra más en las deplorables estadísticas del acoso escolar, se convirtió en un hecho sin precedentes, toda vez que el progenitor del jovencito señalado de acoso, con el apoyo de las autoridades del colegio, obligó a su hijo a presentarse a clases con ‘chanclas’ y no conforme con eso, le hizo regalarle sus tenis al niño agraviado.
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Evidentemente a estas alturas hay opiniones encontradas frente a esta ´lección de humildad´ que también podría ser calificada a su vez de un episodio de bullying en contra del chico, pues para nadie es un secreto que a la fecha es ahora él, quien estará enfrentándose al acoso y burla del resto de la comunidad estudiantil y peor aún a través de sus redes sociales. Y ‘ojo’ no estoy de ninguna manera apadrinando al ‘acosador’ pero creo que el ejercicio habría sido maravilloso si no se documenta en redes sociales, pues obviamente eso queda en el historial de redes del joven, lo cual le condena a ser blanco de las burlas y críticas de la comunidad 2.0.
Frente a este escenario, obviamente el agraviado fue reivindicado, pero psicológicamente hablando quizá con estas acciones se le dio un poder con herramientas audiovisuales a su favor de intercambiar los papeles. Todos sabemos que es muy probable que la situación de quien estuvo señalado de hacer Bullying, se haya convertido en un ‘pandemonio’ y siendo un adolescente la verdad no se me hace justo. Más bien cuando suceden estas cosas, toca ejercer realmente la pedagogía y a través de herramientas menos invasivas que las redes sociales, crear consciencia tanto en el acosador y su grupo de amigos como en el acosado, tanto para empoderar a los jóvenes que por debilidad emocional permiten estos agravios, como para detener a los acosadores a través de sanciones escolares, incluso estoy de acuerdo en el ejercicio de ponerse en los zapatos del otro, más no en la viralización mediática a que estuvo expuesto este chico.
Como sociedad debemos revisarnos y evitar a toda costa responder a la violencia con más violencia, al acoso con más acoso, y a la vergüenza pública con más vergüenza pública, al final estamos dañando los sentimientos y emociones de nuestras futuras generaciones, yo creo incluso que las autoridades educacionales mexicanas deberían sancionar al colegio por permitir esta situación que puede crear grandes resentimientos y deseos de venganza donde se habría podido conciliar y educar que al final es para lo que están hechas estas instituciones y la familia. Aplaudo las buenas intenciones del padre del joven, pero no sus métodos. Dios bendiga la juventud.
Por: Erika Baute
Instagram: @erikabauteak
Imagen: El Clarín
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