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Visceralidad

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Visceralidad

Dos más dos igual a cuatro, es una verdad incontrovertible. Lo aprendimos desde pequeños y lo repetimos siendo adultos. Una operación matemática básica que se usa comúnmente para ejemplificar el funcionamiento de la lógica. Pero la era de la información y los avances tecnológicos han propiciado un escenario que amenaza con erradicar las verdades comprobables para beneficiar las interpretaciones alternativas de los hechos, modificados según intereses particulares. Las noticias falsas son el pan de cada día en una sociedad hiperconectada que se aleja día a día de las versiones oficiales, empecinándose en aceptar los relatos que se acomoden a su propio sesgo. ¿Quién se beneficia?

Esta búsqueda de una verdad particular está lejos de ser un problema de meras preferencias. La polarización del debate público ha traído consigo la radicalización de los diferentes espectros ideológicos. Este hecho nos lleva a configurar nuestras experiencias en redes sociales de un modo en que estas reflejen nuestra opinión personal e identidad política. Esta profundidad en la personalización de nuestros perfiles sociales es aprovechada por diferentes grupos de interés como partidos políticos o marcas que buscan vender un producto o idea.

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Los métodos utilizados por la publicidad están en constante evolución. La política es una de las áreas donde las tácticas de atracción de público son especialmente valoradas. Al ser un producto intangible, la política es comercializada usando una gran carga de emocionalidad. Indignación, Confianza, Esperanza, Ira, Temor, son todas emociones capitalizadas por un discurso político que se construye en función a las impresiones que espera generar en su audiencia. Por ello, las noticias falsas se han convertido en una de las principales herramientas de propaganda moderna, y son parte fundamental de la composición de las narrativas cuya dominación es peleada por los diferentes representantes de partidos políticos.

Aunque en su estructura las noticias falsas tengan similitud con artículos verídicos, la finalidad y el medio en que se reproducen, convierten a estas publicaciones en una estrategia de campaña más. Su construcción obedece a los tres segmentos básicos del diseño de una publicidad en internet: Reconocimiento de Marca, el artículo evoca a un personaje o hecho reconocido; Consideración, aumento de las interacciones con la publicación a través de un hecho destacado o polémico; y la conversión, que en este caso no es una venta, sino la admisión del suceso como algo verdadero.

Las noticias falsas son elaboradas, en su mayoría, por activos no genuinos, término con el que los científicos de datos de distintas redes sociales denominan a los que nosotros conocemos como “bots” de internet: cuentas automatizadas o usuarios sin actividad frecuente que son coordinados por un tercero para generar tráfico de manera no orgánica y así lograr su posicionamiento en las tendencias a fuerza de repetición. Con esto logran llegar a diferentes grupos y páginas donde comienza a ser repartido por los usuarios reales que no se preocupan por la verificación de las fuentes.
La fabricación de estos hechos falsos tiene como objetivo engañar a la mayor cantidad de personas cercanas a la raíz ideológica que crea la noticia falsa. Con esto se consigue la desestabilización del contexto por medio del control de la narrativa. Cuando una ideología o movimiento logra el acaparamiento de la verdad, e impone su versión modificada como el relato oficial por encima de los hechos comprobables, es fácil para los representantes de los partidos políticos establecer su propia agenda sobre la política pública, favoreciéndose de la coyuntura al explotar la emocionalidad de sus audiencias objetivas, este es el verdadero poder de las fake news.

Por ello es importante la desintoxicación del debate público. Mientras en las redes no se discuta la veracidad de lo que se lee, y permanezcamos como militantes de nuestro propio sesgo ideológico, seremos presa fácil del engaño de aquellos oportunistas que ven su oportunidad en la crisis de credibilidad de los medios tradicionales para hacerse con el monopolio de la verdad, una verdad dominada por la visceralidad y violencia que explotan en su propio beneficio.

Por: Juan Ramírez
Instagram: @sebasragut
Imagen: Archivo Particular
*Las opiniones expresadas no representan la posición editorial de Zona Captiva. Es responsabilidad exclusivamente del autor.

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