Dos años y un mes duró el uso de tapabocas obligatorio en Colombia, dos años y un mes en el que uno aprendió a acostumbrarse al accesorio nuevo y que se volvió parte de nuestras vidas, pero ahora, ya el uso no será obligatorio entonces qué hago con el tapabocas.
Recuerdo que al principio la paranoia del tapabocas era tanta que, al momento de llegar el primer caso, todos salieron desesperados por uno (me incluyó), y como la oferta no lograba estar acorde a la demanda, hubo quienes se comportaron de manera “avispada” y se quedaban con más tapabocas de los que necesitaba con tal de sacarles después más provecho.
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Luego, acostumbrarse a él fue traumático, picaba la cara, dolían las orejas y la cabeza, quienes tenemos gafas sufrimos porque se empañaban, tocarlo era casi un pecado porque ahí estaba el virus; en mi caso, mi piel sufrió demasiado y literalmente se me inflamaba si lo usaba por mucho tiempo.
Con los meses, ya uno le fue agarrando la maña al tapabocas, tanto así que uno a veces olvidaba su existencia porque era como parte de la cara. Todos podíamos dejar lo que fuera, pero jamás el tapabocas, así fue hasta hace muy poco.
Ahora la vida nos pide volver a lo que éramos antes, a no tener eso más que usarlos, y volver a ver nuestras sonrisas, nuestros gestos, nuestras caras completas; muchos, de hecho, todavía tenemos personas a las que conocemos solo con el tapabocas puesto.
Y ahora qué hago con él si en Colombia ya no será obligatorio usarlo desde el 01 de mayo, esa pregunta me la llevo haciendo un par de semanas y todavía no logro responder. Una parte de mí quiere la libertad de sentir la brisa, la lluvia, y el sol; de nuevo en mi cara, por otra parte, su uso y el hecho de reforzar durante dos años que el tapabocas era lo que nos salvaba, me generó una especie de ansiedad social que me impide sentirme 100% cómoda en la calle sin él.
Me asusta pensar en volver a estar sin tapabocas en lugares concurridos, también, me asusta un poco que me vean sin él porque ahora mis gestos no podrán ser escondidos, me asusta que justo salga sin usarlo y todos lo sigan haciendo y me juzguen por mi decisión (porque para eso sí todos somos expertos), me asusta enfermarme y me asusta no saber qué hacer con él.
Sin embargo, hace dos años la situación era la misma, pensar en usarlo me asustaba, pero igual lo hice, porque así es la vida; la vida consiste en adaptarse a lo que va llegando y seguir viviendo a pesar de los cambios.
Qué haré con el tapabocas, todavía no lo sé, tal vez lo lleve siempre en un bolsillo por si acaso, o tal vez nunca lo vuelva a sacar, eso lo dirán los días, por ahora, solo queda acostumbrarnos a salir de aquel accesorio y entender que habrá quienes se sientan listos para hacerlo de una sola vez y a quienes les costará tiempo poder llegar a esa libertad.
Por: Paula Porto
Instagram: @paulaportocine
Imagen: Pexels
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