Partiendo de la definición de que una novatada es “aquella broma, muchas veces de mal gusto, donde las víctimas son novatos en el ambiente donde los más experimentados les tienden una trampa”.
Muchos se remontarán a la era colegial, universitaria en algunos casos, donde el colectivo castiga severamente a los inocentes que caen en alguna situación a veces humillante, marcando consecuentemente su personalidad en aspectos como depresión, miedo, pérdida de capacidad de integración social, dificultad de atención, y en muchos casos suicidio juvenil. Esto es para encender las alarmas.
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No entendiendo las causas que motivan a los victimarios a cometer estos graves y en muchos casos descontrolados episodios de humillación frente al colectivo, no queda más que decir que muchas veces quienes deben velar porque estos episodios no sucedan muchas veces hacen la vista gorda y permiten la consecutiva repetición de estos casos que terminan trágicamente transformando la personalidad de las víctimas, quienes a vecen terminan tomando venganza contra sus victimarios, venganza que a veces es castigada sin siquiera admitir que el atacante inicial ahora es víctima de sus acciones.
¿Por qué se castiga al vengador y no al victimario? ¿por qué no puedes tomar justicia cuando la justicia no vela por su correcto y oportuno funcionamiento? ¿es ético tomar venganza cuando todo lo demás falla?.
Preguntas difíciles de responder, el debate existe y es polémico, pues se extrapola fácilmente a todos los delitos y crímenes que la justicia no logra contener por las razones puntuales de cada situación.
Honestamente cuando la justicia falla y la víctima se siente expuesta y sin quien lo asesore, tomará acciones propias para defenderse, pero cuando no estamos en esa situación juzgamos esas acciones y ponemos un límite; ¿es ese límite justo?, ¿son esas acciones vengativas morales y correctas? Pues no, porque de no existir quien te humille impunemente, no existiría acción vengativa.
Es hora de poner un alto a las acciones humillantes, coercitivas, denigrantes, que se minimizan haciéndolas pasar como algo “NORMAL”. No es normal reducirse a un trofeo, lo normal, como sociedad, es construirse unos a otros como entes que trabajan en equipo. ¿O no?.
Por: Jean Carlos Guerra
Instagram: @jeanguerra.95
Imagen: La Vanguardia
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