La Federación Colombiana de Fútbol (FCF) no es ajena al escándalo. La semana pasada, durante la fecha FIFA para las eliminatorias sudamericanas rumbo al mundial de Catar 2022, algunos hinchas fueron avistados en los palcos del estadio Roberto Meléndez de Barranquilla. Esto no sería para problemas si no se le hubiera negado a la FCF el ingreso de hinchas al partido de la selección Colombia contra la selección de Venezuela.
La Federación había pedido el ingreso de 5 mil hinchas y, aun cuando le fue negada la petición, a través de los patrocinadores de la Selección Nacional, algunas personas fueron invitadas para ver el partido. Según el diario El Tiempo, uno de estos patrocinadores delegó su cupo a un influenciador para que asistiera al evento, aun cuando estos cupos son destinados a los dirigentes de dichos patrocinadores.
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La FCF se defendió de las críticas, manifestando en un comunicado que todos los invitados habían cumplido con los protocolos de bioseguridad, además que habían utilizado “menos de la mitad de los cupos fijados en el protocolo para partidos internacionales”. No obstante, el secretario de Gobierno de Barranquilla, Clemente Fajardo, indicó que estas personas no estaban autorizadas a entrar.
Así funciona la Federación Colombiana de Fútbol. Antes que velar por la promoción y el fortalecimiento del fútbol de nuestro país, primero vienen los intereses particulares. Los dirigentes de la FCF, como el actual presidente Ramón Jesurún o el anterior Luis Bedoya, tienen estructurado el fútbol de tal manera que pueden dar beneficios a sus socios y permitirse a sí mismos perpetuarse en las plazas de poder del fútbol colombiano.
Ejemplo de esto es que en los primeros días de octubre, la Superintendencia de Industria y Comercio confirmó la multa de 16.000 millones de pesos impuesta a la FCF por un acuerdo ilegal entre esta y las empresas TicketShop y Ticket Ya para desviar masivamente boletería, con el fin de venderla a precios inflados.
Es claro que la FCF ve al fútbol del país como un negocio más, y claro, sería ingenuo no reconocer que este deporte mueve millones. Pero este enriquecimiento, perpetrado a través de canales de corrupción, se hace también a costa de los hinchas.
Piénsese en el canal premium que ha privatizado el fútbol colombiano, Win Sports +. El canal, que le pertenece a la amplia familia televisiva de RCN, ha acaparado todos los partidos del fútbol profesional colombiano y pretende vendérselos a los hinchas por 24 mil pesos. Cualquiera que pagara un paquete promedio de televisión tendría acceso a las mejores ligas del mundo, además de toda la programación adicional, en vez de pagar una fracción de ese paquete solo para ver la liga colombiana.
Esta privatización no se hizo pensando en los hinchas, ni siquiera en los equipos. Su única razón de ser es la monopolización de una amplia fuente de riqueza. Lo justo sería que ese canal se extinguiera y el fútbol volviera a televisión abierta. Pero es más urgente que las personas que hacen estas decisiones dejen de hacerle daño al deporte.
No se trata de cambiar dirigentes, que se quedarán décadas en su cargo, sino de reformar el órgano rector del fútbol colombiano. ¿Cómo es posible que durante ese siglo solo dos personas hayan presidido la FCF, que no hayan elecciones más seguidas y sin posibilidad a reelección? Quien presida la Federación debe, como cualquier ejecutivo, ha de buscar resultados que hagan crecer a su empresa, pero con la corrupción probada de este gremio, sería necesario reestructurar la balanza del poder en el fútbol. No va a ser que otro FIFAgate estalle pronto.
Por: Jorge Iván Parada Hernández
Instagram: @jiph182
Imagen: FCF
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