Con el calor en aumento, las piscinas se vuelven refugios refrescantes, pero el agua de la piscina puede ser riesgosa al momento de consumirla.
Con la temporada de calor en pleno apogeo, muchos buscan alivio en las piscinas para combatir las altas temperaturas. Sin embargo, pocos consideran los riesgos asociados con la ingesta de agua de piscina. Aquí exploramos los peligros menos conocidos que podrían acechar bajo la superficie aparentemente refrescante.
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El tratamiento de piscinas con productos químicos como el cloro es estándar para mantener el agua limpia y libre de gérmenes. Sin embargo, la ingestión accidental de estos productos puede ocasionar malestar estomacal, náuseas e incluso irritación en la piel y los ojos.
Contaminantes orgánicos y su potencial nocivo
La presencia de contaminantes orgánicos como sudor, saliva, orina y heces en el agua de la piscina plantea un riesgo significativo para la salud. Estos contaminantes pueden introducir bacterias y otros microorganismos dañinos, lo que podría resultar en enfermedades gastrointestinales e infecciones.
Microorganismos y parásitos: una amenaza invisible
Incluso en piscinas correctamente tratadas, ciertos microorganismos y parásitos pueden persistir. La bacteria Legionella y el parásito Giardia son solo algunos ejemplos. La ingestión de agua contaminada con estos agentes puede desencadenar enfermedades graves como la enfermedad del legionario y la giardiasis.
Riesgos particulares para grupos vulnerables
Niños pequeños, ancianos y personas con sistemas inmunológicos comprometidos corren un mayor riesgo de enfermarse gravemente por la ingesta de agua de piscina. Supervisar de cerca a los niños y tomar precauciones adicionales es crucial para proteger a estos grupos vulnerables.
Si bien nadar en una piscina bien cuidada puede ser una actividad refrescante, es vital recordar que el agua de la piscina no es segura para beber. Se recomienda encarecidamente a los bañistas evitar la ingesta de agua de piscina y tomar medidas preventivas, como ducharse antes de entrar, para reducir el riesgo de enfermedades.
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Los propietarios de piscinas también tienen un papel importante que desempeñar al mantener un equilibrio químico adecuado en el agua y realizar pruebas regulares para garantizar la seguridad de los bañistas. En última instancia, la seguridad y el bienestar de todos dependen de la conciencia y la responsabilidad colectiva.
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