El día del infiel, o amante, se celebra el 13 de febrero, justo un día antes de aquella fecha tan romántica como San Valentín.
Desde el 2015, cada 13 de febrero es el día de los infieles y de los amantes, festividad impulsada por una app de citas de personas casadas. La fecha tomó fuerza en Estados Unidos y Canadá, pero recientemente ha empezado a impulsarse en occidente.
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Según un estudio hecho en 2017, dentro de la app, se demostró que el 13 de febrero era el día que más actividad había, debido a que los infieles no tienen problema en gastar demás con sus amantes, además prefieren compartir este día, para evitar inconvenientes en San Valentín.
Todo suena rarísimo y demasiado «liberal* pero no hay que ir tan lejos, en Colombia, la app de citas también hizo una encuesta y resulta 446 mil encuestados aceptaron haber sido infieles, asimismo, Ashley Madison, la aplicación utilizada por personas casadas, reveló que Colombia es el segundo país más infiel de Latinoamérica.
Después de todo este contexto, quiero preguntarles ¿De verdad estamos tan mal en relaciones, que necesitamos celebrar incluso el día del amante? Resulta sorprendente cómo se ha normalizado el tema, e incluso, como las marcas han decidido utilizarlo a su favor.
¿Qué nos ha llevado a caer en esto? Las relaciones amorosas son cada vez más falsas y frágiles a raíz de las redes sociales, o simplemente con el paso del tiempo nos hemos vuelto una sociedad tan desgastada por un estilo de vida hiperveloz que encontramos en la infidelidad un mecanismo de escape de esta realidad tan aterradora y demandante.
También creo que hemos llegado al punto de normalizar las infidelidades por los contenido que consumimos, tipo novelas y demás, y NO, la televisión NO es la mala, pero desde un punto más teórico está el concepto de industrial cultural y agenda mediática, por lo que de una u otra forma se ha demostrado que sí estamos influenciados por este tipo de contenido, por lo que es normal, que en algún lado de nuestra psiquis, reaccionemos de igual forma que como vemos en las novelas, las cuales normalizan el tema.
Además, ni hablar de las relaciones de años antes, todos debemos aceptar que hay algún abuelo, abuela, tía, tío, papá o mamá que decidió fugarse con su amante, o que tuvieron una familia incluso a escondidas, y el más común de todos, que fueron descubiertos y prometieron no hacerlo, construyendo así matrimonios de 60 años y que ante la vista de todos «fueron perfectos» cuando en realidad escondían eso, motivo por el cual también lo normalizamos, pues «si ellos pudieron superarlo, por qué nosotros no».
De igual forma, creo que no se puede juzgar a un infiel porque al final, todos siempre encontrarán razones que para sí mismos, e incluso, para sus parejas serán válidos, además, se supone que no somos santos y así como dice la Biblia «quién esté libre de pecado, que tire la primera piedra», pero sí quiero que reflexionemos sobre esto, sobre por qué ser infieles o por qué aceptar que nos engañaron.
Sé que hay miles de realidades por entender, pero como sociedad deberíamos apostar por una en dónde todos seamos sinceros, dónde seamos capaces de hablar de nuestros sentimientos y dónde engañarnos ya no sea motivo de conmemoración anual.
Cada infiel tiene sus razones, pero ahora que todos ya aprendimos sobre responsabilidad afectiva, por favor dejemos de permitirnos este tipo de engaños y cuidemos el amor bonito, para que celebrar un 14 de febrero sea importante y no sea solo una fecha de «reconciliación».
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Por: Paula Andrea Porto Tavera
Instagram: @paulaportocine
Imagen: Freepik
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